Nota de la Nación con Alfonso Cuaron
Si el mundo no tuviera chicos
El director mexicano Alfonso Cuarón habla de Niños del hombre, una película que comienza su relato en la Argentina y que habla de un futuro apocalíptico
"Cuando me reuní con los ejecutivos del estudio Universal estaban muy entusiasmados con la idea de hacer una superproducción con mucha acción. Luego fui al departamento de arte, donde se pusieron a dibujar artefactos delirantes para una película futurista en el estilo de Blade Runner o The Matrix . Pero tenía en claro que no quería hacer ni una cosa ni la otra y les mostré fotos de los conflictos de Bosnia, Irak, Palestina, Afganistán e Irlanda. Tras la decepción inicial, recibí un fuerte apoyo, una confianza absoluta. Se trata de un film más político que de género, con connotaciones más actuales que con elementos de ciencia ficción, y en los testeos previos dio que le gusta más a las mujeres y a los jóvenes de entre 20 y 30 años, que a los hombres adultos." Así sintetizó -en diálogo con LA NACION, durante el último Festival de Venecia- el talentoso director mexicano Alfonso Cuarón la génesis, el intrincado proceso creativo y el resultado final de Niños del hombre , transposición de la novela escrita en 1992 por la veterana autora inglesa P. D. James protagonizada por Clive Owen, Michael Caine y Julianne Moore, que el próximo jueves se estrenará en los cines argentinos.
Cuarón es, sin dudas, el realizador latinoamericano más influyente, prestigioso y codiciado en Hollywood, bastante por encima del brasileño Walter Salles o incluso de sus compatriotas Guillermo del Toro y Alejandro González Iñárritu. Este hombre tan culto como simpático ha conseguido, con sólo 45 años y dos décadas de carrera, varios éxitos en su país, como Sólo con tu pareja o Y tu mamá también , y aclamadas incursiones en la industria norteamericana, como La princesita, Grandes esperanzas y Harry Potter y el prisionero de Azkabán , considerada por muchos la mejor entrega de la popular saga sobre el joven mago.
Niños del hombre está ambientada en 2027 y comienza en Buenos Aires, cuando Diego Ricardo, un muchacho mendocino de 18 años conocido como Baby Diego (es la persona más joven del planeta), muere asesinado tras negarse a firmar un autógrafo. En un mundo donde ya nadie puede tener hijos, la noticia deja perplejas a millones de personas que miran, incrédulas, las imágenes televisivas. Una irrefrenable catarata de llantos y lamentos se produce entre la gente en cada punto del planeta.
Tras ese prólogo, el mundo está al borde del colapso. Con un tono apocalíptico, Cuarón muestra la represión indiscriminada en las calles de Londres, donde los atentados de grupos fanáticos se multiplican por miles. La caza de inmigrantes ilegales genera una campaña sistemática de delaciones impulsada por los propios Estados, los gobiernos entregan antidepresivos para atenuar el caos, la polución casi no permite ver el cielo y la infertilidad generalizada torna demasiado inminente el fantasma del fin del mundo. Hasta que un día, de forma más inesperada, aparece una joven negra embarazada de ocho meses. A partir de allí, empieza una verdadera odisea para asegurar el parto del codiciado bebe.
Rodada por Cuarón con largos, sofisticados y virtuosos planos-secuencia, la película pendula entre el drama político, la road-movie y un final propio del cine bélico con el mundo en estado de rebelión (y de combustión) absoluta. Durante la entrevista concedida en el distinguido hotel Excelsior del Lido veneciano -horas antes de que su film obtuviera un par de premios en la competencia oficial de la Mostra-, Cuarón explicó en detalle los alcances de Niños del hombre y sus proyectos artísticos.
-¿Alguna vez pensó el film como una fábula futurista con elementos alegóricos o le interesó más el contacto con la realidad?
-Nunca la vi como una película del futuro, sino como una historia del presente, más allá de que transcurra en 2027. No me interesaba especular sobre lo que vendrá, sino reflexionar sobre lo que está pasando a nivel sociopolítico en esta primera parte del siglo XXI. Cómo se van modificando nociones básicas como la solidaridad o la esperanza.
-¿Siempre tuvo la idea de que transcurriera en Londres?
-En Inglaterra o en Japón. La novela está ambientada en Londres y es un lugar perfecto, aunque en verdad no es tan importante dónde ocurren las cosas, porque son conflictos que, de hecho, están estallando en todo el mundo. Del libro original sólo tomé la premisa inicial: la infertilidad generalizada en un futuro cercano. Uno de los aspectos que más desarrollamos en la investigación previa fue el de la inmigración, y perfectamente podría haber llevado la historia a México, donde es un tema candente, especialmente tras el anuncio de la construcción del estúpido muro en la frontera por parte de los Estados Unidos. Y pensar que allí se festejó la caída del Muro de Berlín Pero tanto Japón como Inglaterra tienen en común que son islas, tienen mucha inmigración de diferentes orígenes, son sociedades muy desarrolladas y con una fuerte impronta nacionalista. Hubiese sido imposible trasladarla a los Estados Unidos porque es un país muy vasto, segmentado, fragmentado, y se necesita toda una película para explicar este fenómeno.
-¿Cómo convenció a Universal de filmar un libro tan oscuro con un presupuesto de 80 millones de dólares?
-Ellos entendieron mi visión y yo también los entendí. En la preproducción no todo estaba tan claro. Muchas veces ellos tenían razón y era yo el que estaba equivocado y, sin embargo, siempre confiaron y me apoyaron. Al poco tiempo, yo volvía y les decía que tenían razón. Estaban muy orgullosos de financiar un film que plantea tantos dilemas y desafíos dentro del cine a gran escala. Tuve una libertad inimaginable.
-¿Cómo trabajaron el personaje de Michael Caine?
-El personaje de Jasper es un ex hippie, un ex activista político, un ex militante antiglobalización, un multipremiado historietista político que ha decidido vivir recluido en el bosque escuchando música todo el tiempo, como la versión genial que Franco Battiato hizo del tema Ruby Tuesday , de los Rolling Stones. Michael se inspiró, en parte, en la personalidad y en el look de John Lennon. Y para la muerte de Baby Diego también tomamos en cuenta el asesinato de Lennon y de Kennedy. Toda la película está basada en referencias concretas.
-¿Y qué ideas tenían a la hora de la concepción visual?
-Trabajé nuevamente con un genio absoluto de la cámara y la fotografía como Emmanuel Lubezki. El venía de hacer El Nuevo Mundo con Terrence Malick sin apelar jamás a la luz artificial, y decidimos apostar también por una iluminación natural. Dijimos: "Vamos a filmar una superproducción como si estuviéramos haciendo Y tu mamá también ". Nos jugamos por el naturalismo, por largos planos-secuencia para evitar la manipulación del corte de montaje, para dar la sensación de tiempo real. Optamos por un registro documentalista con mucha cámara en mano para transmitir la sensación de inmediatez, de urgencia, para llegar al corazón de los personajes. Nuestras referencias no eran del cine de ciencia ficción sino una obra maestra como La batalla de Argelia , de Gillo Pontecorvo, o incluso los informes sobre Irak de los noticieros televisivos. Me interesa más el cine de Alexander Sokurov, de Hong Sang-soo o de Andrei Tarkovski que el de muchos colegas de Hollywood, aunque mi apuesta es más narrativa y menos trascendental que la de esos autores. De todas maneras, estoy seguro de que en el trailer hay más cortes que en toda la película (risas).
-¿Y qué vendrá después? ¿Más trabajo en Hollywood o un regreso a México?
-Por ahora, terminar la promoción de esta película y descansar. Leer, dormir y pensar. Tengo muchas propuestas en Hollywood. Han comprado los derechos de varias novelas para que yo las filme, pero también tengo ganas de rodar en mi país una película sobre la sangrienta revuelta estudiantil de 1968 con Gael García Bernal y Diego Luna.
Por Diego Batlle
De la Redacción de LA NACION
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